Alejandro Robles
Alejandro Robles
- Jirafa Rey
- Málaga
- 6 de julio de 1992
«El rol hizo que dejase de lado la poesía» (Play Ground, 25-X-2017)
«[...] he pasado de ser un poeta oscuro y trágico a ser ahora todo lo contrario» (Diario Sur, 18-IV-2018)
Biografía
Alejandro Robles nace en Málaga el 6 de julio de 1992. Conocido desde 2016 con el sobrenombre de Jirafa Rey (derivación de su primer alias, Giraffe Ray), obtiene el Grado de Filosofía por la Universidad de Granada en 2014. Esta formación en lo académico se verá completada con la realización del Máster en Estudios Comparados de Literatura, Arte y Pensamiento, desarrollado en la Universidad Pompeu i Fabra de Barcelona en el curso siguiente.
El hibridismo se señala desde sus primeras y muy tempranas creaciones poéticas como una constante en su visión artístico-literaria. Así, la cercanía entre poesía y performance es la pauta de las pequeñas actuaciones de perfopoesía que va ofreciendo ya desde 2005, cuando solo cuenta trece años. Por entonces, algunos de sus versos obtienen la atención de los poetas mayores, uno de los cuales, Francisco Cumpián, reúne una pequeña muestra de ellos en un pliego para publicarla en su imprenta tipográfica, Árbol de Poe. Dos años después, en 2007, con quince años y un poema titulado «Efervescencia», Alejandro Robles concursa y gana en el Certamen de Poesía para Escolares «Poetas del 27». Todo parece empujar para que, en 2010, el estudiante universitario que es por entonces logre publicar, con la misma anticipación, el que será su primer libro de poesía, Nothing on heirs, nothing on dogs, que acoge la colección Monosabio del Ayuntamiento de Málaga. Ese mismo año le dispensará todavía una nueva satisfacción, al ofrecérsele una mención de honor en el MálagaCrea’10.
Seguirán las intervenciones en lecturas y ciclos poéticos, como el recital de poesía emergente Nocturnos en la Aduana (2012), organizado por el Instituto Municipal del Libro, o el Festival de Poesía Irreconciliables (2013), impulsado conjuntamente por el Instituto Municipal del Libro y el Centro Andaluz de las Letras de Málaga. Paralelamente, sus poemas empiezan a figurar en varias antologías diseñadas para dar a conocer la poesía de los más jóvenes: Poetas en el cielo (2009); Desde la farola. Poesía última española (1989-2009) (2010); Clave de Sol. 16 sobre la música (jóvenes poetas malagueños) (2010), Una nueva melancolía. 16 poetas malagueños (2015). Por esos momentos, otra antología, la titulada Puta poesía (Luces de Gálibo, 2012), se hace eco también de sus poemas, a la vez que los involucra en un proyecto solidario anunciado mediante nota editorial: «solidaridad con las prostitutas y en particular con Hetaira, el colectivo que más se ha significado en la lucha por la dignidad y los derechos de estas mujeres». A esta asociación el editor donará «la totalidad de los beneficios» obtenidos de la venta, al tiempo que los autores le «ceden sus derechos».
Un segundo libro de poesía llega en 2013. Se trata de Los malos hábitos, obra que le permite ganar el premio MálagaCrea de ese año. Pero la actividad del joven autor malagueño en ese momento no se limita a la escritura poética, sino que hay también por su parte una permanente implicación en el fomento e investigación de nuevas vías expresivas, algo que busca compartir con otros escritores y artistas. Surge así su codirección en el proyecto Great Oh!, una plataforma nacional de arte emergente que el autor define como «una galería virtual acompañada de exposiciones y eventos físicos, en la que más de 100 artistas andaluces reconocidos fueron comisariados tanto en formato online como en numerosas exposiciones y eventos multidisciplinares». De la mixtura de actividades que suscita esta iniciativa da idea la naturaleza del último de los eventos emprendidos por ella, que, bajo el título Aferraciones. Encuentro: Arte y psicología (diciembre de 2013), llega a concentrar gran número de conferencias y talleres –uno de ellos, «Dicción Poética», impartido por Alejandro Robles–, además de conciertos de música y de una exposición titulada, como su segundo libro, «Los malos hábitos».
Las indagaciones de Alejandro Robles en los múltiples lenguajes para la creación no cesan durante esta etapa universitaria. Todavía en 2013 publica en la revista El Alambique un artículo, «Escatófago», que incluye un acercamiento propio a la rupturista obra, de mismo título, del poeta malagueño Fernando Merlo. Además, el autor aprovecha la celebración de actos universitarios para elaborar y exponer su personal posicionamiento respecto al arte. Así lo hace, sucesivamente, en los dos encuentros celebrados en los años 2013 y 2014, respectivamente, bajo los carteles rotulados como «Para qué arte: arte y naturaleza», y «Encuentro y desencuentro del arte y sus Imágenes»: para ellos prepara otras tantas disertaciones tituladas, la primera, «Encuentro y desencuentro del arte y sus imágenes» (2013) y, la segunda, «Arte y vida vs. Arte androide: la performance como límite» (2014). Finalmente, y para completar la percepción de esta suerte de activismo multidireccional de búsquedas e investigaciones por parte de nuestro autor, cabe añadir otra faceta en que acabará siendo reincidente, y a la que podríamos referirnos como de artista educador: así podría catalogarse su participación en el taller de iniciación a la poesía Tu Cara es un Poema (2014), que organiza la poeta y artista Violeta Niebla a instancias de la Diputación de Málaga. Dirigido a jóvenes adolescentes, dicho taller busca caminos que los acerquen a la poesía, por ejemplo, mostrándoles sus conexiones con la música, el teatro y otras artes.
Puede verse, además, como en esos años se consolida su acercamiento a la performance, con tres estrenos en 2013 –¿Qué pensamos de la crisis?, Homophonía y Meteora–, que darán pie a una larga serie de producciones posteriores en la misma clave de hibridismo conceptual: Café solo y Caballo de Troya en 2014; Descartes, Parusía, Planteo y Elipsis en 2015; Médium (Lectura de futuro), Instrucciones para una realidad aumentada y Comanda en 2017; Black Face Mirror en 2018. En todas ellas se hace patente la voluntad de búsqueda de nuevas formas y lenguajes, que resolverá con entrecruzamientos diversos, ya sea con el neovanguardismo del Body Art (Café solo) o con el happening (Meteora, Descartes, Parusía).
Paralelamente a este proceso de redefinición artística, que acabará en el explícito abandono de la poesía, puede observarse que sus poemas van siendo gradualmente concebidos, no ya para su edición en forma de libro, sino para ser presentados en «versión recital» ante un público. Así sucede con los que, hasta la fecha, son los dos poemarios últimos de Alejandro Robles: los titulados, respectivamente, El ángel caído y El poblado doble, que el autor recita y acompaña de performances en su presentación pública en sendos bares malagueños en los meses de junio y de septiembre de 2016.
La misma faceta de performer lo lleva a Italia en 2015, donde participa en la XXVII Bienal de Jóvenes Artistas de Milán, a partir de su texto Los malos hábitos, y aprovecha para representar en Génova su happening Parusía. El lenguaje de la performance va dejando una impronta cada vez más importante en los derroteros por los que van decidiéndose las próximas etapas creativas del autor. Precisamente el año 2015 marca el comienzo de lo que él mismo llama «una nueva época», definida por el desplazamiento a un «segundo plano» de su «obra más intimista y teórica para meterse de lleno en las artes escénicas».
Alejandro Robles emprende por entonces de manera consciente dos nuevos aprendizajes que van a ser fundamentales en su crecimiento artístico: la danza y la interpretación. Al mismo tiempo, la palabra transdisciplina se convierte en una presencia recurrente de su discurso sobre proyectos creativos. Se trata de un concepto aplicable por igual a todas sus manifestaciones artísticas a partir de este momento.
En los instantes iniciales de este importante giro, la búsqueda del conocimiento y formación en danza pone al autor en cercana colaboración con su prima Pilar Robles, con alias artístico LaPili, y con la que formará a partir de 2016, y hasta 2020, el dúo musical Glitch Gyals. El propio Alejandro Robles adopta por su parte también su propio seudónimo, Jirafa Rey, con el que firmará a partir de entonces sus producciones. Un cúmulo de diversas danzas y ritmos con componentes urbanos y jamaicanos (twerk, dancehall, Kuduro, hip-hop…) acabarán siendo procesados y mezclados hasta desembocar en el estilo propio que caracterizará sus actuaciones y que denominarán glitch.
Con estos ingredientes empieza a cernirse sobre el horizonte de Alejandro Robles y de su pareja artística una aventura singular. Las primeras actuaciones se traducen en performances que arrancan en 2016 –la primera, con ocasión de la inauguración ese mismo año del espacio Contenedor Cultural de la Universidad de Málaga–, y se extienden a lo largo de 2017 con el evento Laboratwerk (sobre danza de estilo twerk y filosofía) o Instrucciones para una realidad aumentada, ya mencionada.
2017 es el año del primer EP, Arco de triunfo, integrado por seis canciones y videoclips, incluidos «Cómeme el dónut» y «Pussy Fire», en cuya interpretación es acompañado, además de por LaPili, por diversas artistas femeninas (Luperca, Eskarnia, Úrsula). Pero cuando el proyecto musical del ahora conocido como Jirafa Rey realmente alcanza su apogeo es a partir del 13 de abril de 2018, cuando los dos primos acuden al programa televisivo «Factor X», el popular talent show de la cadena española Telecinco. Presentan entonces ante ese auditorio masivo su tema «Cómeme el dónut», que, aunque ya había sido divulgado a través de la red en 2017, es ahora cuando adquiere inusitada fama, convirtiéndose en viral.
Establecido el autor en Madrid para poder gestionar su éxito, comienza una etapa llena de giras que alcanzan no solo el territorio español sino también el latinoamericano. Se prodigan las actuaciones (sala Razzmataz de Barcelona en 2018 y 2019; Viva Pop Festival de Madrid en 2018, etc.). Y al tiempo que el proyecto musical se amplía –La misteip del chichi (2019) será su provocador título–, crecen también las reacciones críticas ante lo que, según se denuncia, constituye una concesión a la comercialidad.
Pero, en realidad, lo que parece una ruptura y desvío incomprensibles de su anterior trayectoria no es más que evolución, y el autor no desperdiciará ocasión, en las muchas entrevistas que concede a los medios de comunicación, para explicar que las letras de sus canciones, en pensada conjunción con la música y los provocativos movimientos de sus bailes, obedecen a un cálculo expresivo que busca tanto la exploración de nuevas vías comunicativas rompedoras de las etiquetas establecidas, como la propuesta de mensajes valientemente comprometidos con «el empoderamiento de la mujer o la igualdad de género» (D.M., «La Feria del libro se acerca a los jóvenes con la poesía expresada a través del rap y el trap», Diario de Almería, 2-mayo-2019). Declara Alejandro Robles en este sentido: «el norte de los temas musicales que llevo publicados hasta la fecha es, precisamente, el empoderamiento femenino desde un cuerpo masculino; el mío […]. Siempre he consumido rap hecho por mujeres; es lo que me gusta. Mi rap, aunque lo cante yo, a nivel de letras y planteamiento tiende más a la perspectiva femenina» (Víctor Parkas, «Jirafa Rey: El twerk mató a la estrella de la poesía», Play Ground, 25-X-2017).
Reivindican los autores el aspecto «underground, intelectual, raro y provocativo» frente a «la etiqueta de lo mediático y la telebasura», que achacan a «daños colaterales» de su participación en el medio televisivo, según explican en una entrevista (Regina Sotorrío, «La vida después de “Cómeme el donut”», Diario Sur, 24-IV-2019). Pero, a la vez, les «gusta apelar» a la «cultura basura» de grupos musicales outsider, como Hidrogenesse (Víctor Parkas, «Jirafa Rey: El twerk mató a la estrella de la poesía», Play Ground, 25-X-2017). Y se identifican con la «línea pop de Warhol»: «Nos gusta mucho esa línea pop de Warhol de coger elementos de la cultura de consumo, ponerlos en duda y reírnos de eso» (Esther Requena, «La historia de Alejandro Robles, ‘Jirafa Rey’, el poeta malagueño tras la canción de “Cómeme el donut”», Diario Sur, 18-IV-2018).
«Desde mi perspectiva ha sido todo muy orgánico y todas las decisiones que he ido tomando tienen un sentido para mí», explica Jirafa Rey en otro encuentro periodístico que tiene lugar en junio de 2018 (Antonio J. López, «El filósofo que hay detrás de Jirafa Rey», Diario Sur, 3-VI-2018). Para comprenderlo debemos retrotaernos de nuevo a las declaraciones de intenciones previas –como, por ejemplo, las propuestas abonadas desde la cartelería de la plataforma Great Oh!– para «romper barreras tradicionales del consumo artístico aunando exposiciones estáticas (pintura, escultura, instalaciones) con actividades interactivas (conferencias, performances) y otros espectáculos (música en directo, recital de poesía)». A todo ese compendio interdisciplinar se une ahora, de forma tan provocativa como insobornable, la consciente incorporación del reality show: «Nací con Gran Hermano y me interesa todo el mundo reality y talent show. Lo incorporo a mis propuestas» (Héctor Llanos Martínez, «Los autores de «Cómeme el dónut» nos explican el significado del primer éxito de «Factor X»», El País, 17-IV-2018).
El concepto trans-disciplina resuena en los espectáculos de masas de Jirafa Rey y LaPili; o también en las sesiones de la franquicia televisiva del «First Dates» español, a las que Alejandro Robles acude en dos ocasiones (2017 y 2021), como una nueva guisa de performance más ubicua y compartida con un público innumerable. Pero la misma idea aletea también en las propuestas de formato más «serio» en las que, asimismo, sigue personalmente implicado.
Algunos meses antes de todo este terremoto que supone el salto a la popularidad de masas, en julio de 2017, Alejandro Robles es seleccionado para la Residencia Artística del Museo Carmen Thyssen Málaga, con el proyecto Trabajar el Arte Trans-disciplinar. Continúa viva, pues, aquella faceta de artista educador antes mencionada. Y así se ve no solo en esta estancia, hecha efectiva entre los días 10 y 18 de julio de ese año, sino en otras intervenciones suyas de aquellos momentos, como la presentada, también en 2017, en el SESC Pompeia de Sao Paulo, bajo el título «Performance para artistas educadores», dentro del ciclo Diálogos Abertos – Discutindo as Artes Visuais; o su intervención en la Universitat de les Isles Balears en 2019 con el título «Laoconte y la ninfomanía griega», dentro del VIII Seminario celebrado bajo el lema de Literatura y Pecado: Lujuria.
Lo que promueve Alejandro Robles con ese concepto de arte trans-disciplinar no es otra cosa que la necesidad de derribar el tradicional modo de entender las disciplinas artísticas (escultura, pintura, fotografía, música, etc.), bajarlas del pedestal institucional en que se encuentran instaladas, y acercarlas a «la creación actual» que «se vale de todos los procesos existentes para desarrollar obras inter o trans-disciplinares con objetivos conceptuales específicos que transcienden la condición material de la obra de arte», tal como reza el cartel anunciador del curso impartido en el Museo Carmen Thyssen. Se trata de la misma inter o trans-disciplinaridad que lleva a sus creaciones teatrales concebidas por los mismos años.
Ya en 2016 había publicado el autor un artículo interesante al respecto en la Revista Blow-up, bajo el título «La mente colmena: alternativas a la linealidad textual» (http://www.blow-up.es/portfolio-item/la-mente-colmena-alternativas-la-linealidad-textual/). En este caso, el objeto a derribar era, precisamente, la «linealidad textual» mediante su sustitución por una hipertextualidad que en teatro se traduciría en la invitación constante a la participación del público: «En su interacción conjunta generan un cibertexto indeterminado, imposible de ser dos veces igual debido a la caracterización y a los textos escritos de cada usuario particular» («La mente colmena: alternativas a la linealidad textual», Revista Blow-up). Y exactamente ese es el criterio en que se mueven las creaciones teatrales que produce Alejandro Robles en esos momentos, pues tanto su trilogía de microteatro –llamada por él «del fixo en la cara»: Prohibido prohibir (2016), La audiencia ha decidido (2017) y Hágase tu voluntad (2017)– como su primera obra de larga duración –La mente colmena (2018)– son obras de «teatro participativo no lineales», en las que «el espectador marca lo que ocurre en la obra a través de sus decisiones», según descripción del propio autor. La correlación de estas obras con el funcionamiento de sus performances y happenings es clara.
Las posibilidades artísticas que ofrecen estos planteamientos teóricos aún no han tocado fondo en los últimos proyectos emprendidos por Alejandro Robles hasta la fecha actual. El lanzamiento en 2020 –ya en solitario– de su segundo EP, titulado En la boca del lobo, le ha llevado a ganar la convocatoria de proyectos culturales para incentivar la creación artística de la Universidad de Málaga. Al mismo tiempo, sigue empeñado en ampliar el campo de ruptura de la linealidad de los textos teatrales, provocando interactuaciones que exceden el espacio físico de un escenario o teatro para alcanzar el ámbito de lo virtual. El aprovechamiento a su favor de los programas televisivos, alterna así con la dimensión creativa que infunde a las redes sociales y a los juegos de rol. Concretamente, en el Festival de Poesía de Málaga Irreconciliables de 2020 se presentó uno de sus juegos de rol narrativos experimentales.
En 2020, quizá como un guiño a tan largo y diversificado (pero coherente) periplo, ve la luz una nueva antología que vuelve a recoger poemas suyos: Yo y mi sombra, libro abierto. Antología de jóvenes poetas malagueños, una edición con la que ha querido celebrarse la llegada del número 100 de la colección Monosabio.
Obras
LIBROS y PLAQUETTES[I Premio MálagaCrea' 13 de Poesía. Ayuntamiento de Málaga.]
ANTOLOGÍAS
ESTRENOS
Premios literarios
Otros enlaces de interés
ENTREVISTAS- MaF 2018 - Black Face Mirror. Glich Gyals en colaboración con Glu Wur. Ver enlace
- Caballo de Troya, una performance de Alejandro Robles. Ver enlace
- Glitch Gyals, primos, dónuts, muslos y mucha risa. Ver enlace