Javier Castillo

El novelista Javier Castillo Pajares nació en Málaga en 1987 y actualmente reside entre Fuengirola y Mijas de dicha provincia andaluza. Estudió secundaria en el IES Sierra de Mijas, se licenció en Ciencias Empresariales por la Universidad de Málaga (2008) y, posteriormente, se especializó en un Máster en Gestión de ESCP Europe (2010). Profesionalmente, y en su ciudad natal, ha ejercido como consultor de finanzas corporativas en una compañía con presencia nacional, actividad que abandonó –gracias al éxito editorial cosechado– para dedicarse profesionalmente a la escritura en agosto de 2017: «Pasaba mucho tiempo fuera de casa trabajando. No podía disfrutar de lo que me estaba ocurriendo con mi novela ni podía ver a mi hija todo lo que quería… No sabía si esto iba a tener continuidad, pero sí sabía que necesitaba intentarlo» (El País, 11-III-2020).

Su afán por la literatura se remonta a su niñez: «De niño me encantaba leer páginas sueltas de libros que no entendía. Recuerdo que mi abuelo me pilló con una edición preciosa de Dante, «pero ¡qué haces leyendo eso!», y yo fascinado con los infiernos y castigos. Mi madre me daba mil pesetas de paga y cada viernes iba a la papelería del barrio a comprar un libro de bolsillo de Agatha Cristhie por 995 pesetas… Y un chicle. Ahí nació mi pasión por el suspense» (Esquire, 25-III-2021). Lectura que fue, sin duda, el paso previo a la creación de su primer relato: «Entonces empecé a escribir por imitación. Me acuerdo de un cuento de 10 páginas que se llamaba Cuatro negritos, que no me daba la imaginación para diez. Era malísimo» (El Mundo, 26-III-2020). Unos inicios narrativos que se circunscribían al ámbito privado, fruto de una íntima necesidad vital: «Nunca dejé de escribir, aunque siempre fue una cosa que hacía solo y que no compartía. Nunca fui a cursos de literatura creativa, por ejemplo» (El Mundo, 26-III-2020). Se autodenomina escritor de relatos cortos, afición que comenzó con apenas 14 años, ya que antes «solo escribía garabatos», textos que no cree que se publiquen pues, «tengo la sensación de que los que he escrito hasta ahora no son tan buenos como para publicarlos» (El búho entre libros, 17-I-2018).

Entre sus referentes literarios destacan, según el autor, Stieg Larsson, «por colocar la novela negra en el centro del panorama literario con una construcción de personajes única»; Soren Sveistrup; Agatha Christie, «por casi concebir el género detectivesco con unas reglas no escritas que siguen hasta nuestros días»; Joel Dicker, «uno de mis contemporáneos favoritos por su combinación de géneros en sus tramas»; Stephen King, «por su increíble creación de ambientes de tensión, y Jo Nesbo, por sus argumentos perfectamente encajados hasta el milímetro» (ABC, 4-VII-2019). Y en el ámbito español, destaca a Agustín Martínez, «que escribió Monte perdido y La mala hierba, dos librazos de novela negra maravillosos» (El Heraldo, 1-IV-2019). Un mundo creativo en el que el cine reviste gran importancia, como asegura Castillo: «Yo soy muy cinéfilo, me apasiona especialmente el cine clásico de los 70» (El Heraldo, 1-IV-2019), por lo que en su biblioteca personal atesora como algo especial una Historia del cine desde los inicios hasta los 70. Para su creación literaria, y en el caso de su primera novela, El día que se perdió la cordura, la escribió en el tren de cercanías entre Fuengirola y Málaga, trayecto que realizaba diariamente para ir a trabajar: «El libro lo fui escribiendo en 2014, mientras viajaba en tren de camino de Fuengirola, donde vivo, a Málaga, donde trabajo» (El País, 12-IV-2017). Incluso, el ambiente del tren formó parte de esta novela: «Y hay un personaje, Steven, que es un pasajero del tren que siempre coincidía con mi horario y que me ayudó para las descripciones físicas sin él saberlo. No lo he vuelto a ver desde entonces, pero le mando un abrazo» (Diario Sur, 31-I-2017). Después pasó a escribir en la Biblioteca Pública de Fuengirola, «rodeado de opositores y estudiantes, donde ya nos conocemos todos porque siempre vamos los mismos» (El País, 11-III-2020), hasta que, finalmente, dispone de su despacho en su nueva casa familiar. Sobre el proceso creativo, admite la influencia universitaria en su metodología: «Soy una persona muy analítica. Será la herencia de haberme dedicado a la economía. Preparo las novelas con un Excel, organizo muy bien la información y la dispongo como un juego. Todo es tensar una cuerda y soltarla, coger otra cuerda y soltarla. Lo llevo todo muy cerrado cuando empiezo a escribir» (El Mundo, 26-III-2020).

En cuanto a sus obras, la primera de ellas, El día que se perdió la cordura, la autopublicó en Amazon en 2014: «El día que acabé el libro imprimí cuatro ejemplares y los mandé a cuatro editoriales grandes, pero no quería esperar su respuesta y aquella misma noche lo subí a Kindle Direct Publishing» (El Mundo, 15-VII-2016). Y a partir de ahí, los lectores aumentaron vertiginosamente alcanzando 40.000 ventas en Amazon y, consecuentemente, las editoriales comenzaron a llamar a su puerta, aunque Castillo se decantó por la editorial Suma de Letras con la que continúa en la actualidad. Convertida en un fenómeno editorial en 2017, esta obra ha sido publicada en Italia, México, Colombia, Argentina, Portugal, Turquía, Japón y Corea (El Heraldo, 1-IV-2019). Se trata de un thriller de misterio y acción que se inicia con la imagen de un hombre caminando desnudo por el centro de Boston con la cabeza decapitada de una joven entre sus manos (El Independiente, 22-VII-2020). El propio autor recordaba el origen de la trama: «Fue un sueño. Vi a un hombre desnudo por la calle, que llevaba la cabeza de una mujer en la mano y que decía que faltaba un día para Navidad» (Diario Sur, 31-I-2017) y definía así su primera obra: «Me gusta sentir la adrenalina y esa sensación trepidante era la que le quería meter al libro. Yo quería tener al lector todo el rato con el corazón en vilo» (El Mundo, 15-VII-2016).

Su segunda novela, El día que se perdió el amor (2018), es la secuela de la anterior, obra que, tras salir al mercado el 11 de enero, consiguió en una semana situarse en el número uno en ventas y mantenerse en él durante ocho semanas más. Obra ambientada en Nueva York, en donde aparece una joven magullada y con varias notas en sus manos, en las que se anuncia la decapitación de una mujer, hecho que ocurrió y que llevará al inspector Bowring a su investigación. En palabras del propio autor: «Lo que más me gusta es la historia de Carla y cómo su inocencia y curiosidad la llevan completamente a la némesis, a perder el amor, que es lo que quiere recuperar, y a decidir recuperar a su familia. Es una trama que evoluciona desde su curiosidad de niña a la de adolescente…» (El búho entre libros, 17-I-2018). Debido al éxito obtenido con su bilogía, en 2020 DeAPlaneta y Globomedia (The Mediapro Studio) llegaron a un acuerdo de colaboración para la adaptación de estas dos novelas a una serie de televisión tras haber adquirido los derechos audiovisuales (El Independiente, 22-VII-2020).

En marzo de 2019 apareció su tercera novela Todo lo que sucedió con Miranda Huff, obra que se mantuvo diez semanas ininterrumpidas en el número uno de ventas. Según palabras del autor, la historia partió de un relato escrito años antes en el que «ya tenía el contrapunto de voces de los dos protagonistas en la novela… y me quedó la sensación de que era un buen principio y tenía la suficiente tensión psicológica que buscaba para mi siguiente obra» (ABC, 4-VII-2019). En este thriller psicológico, el autor cambia de registro con respecto a sus obras anteriores, en «un juego de personajes que esconden un pasado con una pareja de guionistas de Hollywood, cuyo amor se va desmoronando como protagonistas», comenta el autor. La ha considerado como su favorita porque «es la más redonda» (Agencia Efe, 9-VII-2019) y «engancha desde el primer párrafo» (El Heraldo, 1-IV-2019).

En 2020 publica La chica de nieve, su cuarta novela, que salió a la venta el 12 de marzo, dos días antes del decreto de estado de alarma por Covid19 y según palabras del autor: «Fue impresionante ver cómo la gente se las ingeniaba para conseguirla. Un regalo que me llevo para siempre: el haber podido acompañar a la gente en el momento más dramático de nuestras vidas» (Coolthelifestyle. Okdiario, s. f.). De hecho, fue la obra más leída durante el confinamiento (El Mundo, 26-III-2020) y se anuncia su adaptación televisiva en Netflix (La Vanguardia, 5-V-2021). Su trama es resumida por J. Castillo: «Un thriller de tensión psicológica, con escenarios sofisticados, investigadores atormentados y niños perdidos… Una niña desaparece en Nueva York en 1998; años después, sus padres reciben un VHS en el que se ve a la niña sana y alegre. Una periodista llamada Miren rescata su caso, sigue la pista y por el camino, va indagando en las zonas oscuras de su propia historia» (El Mundo, 26-III-2020). El origen de esta novela lo apunta su autor: «Todo empezó con una imagen muy concreta: yo suelo tener como flashes, siempre busco inspiración en todo, y recuerdo un momento en el que tenía a mi hija de 3 años cogida de la mano y la solté para que se fuera con su madre. Vi nuestras manos separándose y sentí miedo, y a partir de ahí intenté abordar una novela que reflejara todos mis miedos como padre y lo que significa una pérdida y tomar una decisión errónea en un momento desesperado» (Agencia Efe, 12-III-2020).

En 2021 sale a la luz su, hasta ahora, última novela, El juego del alma, obra que se sitúa en la lista de los libros más vendidos en 2021 con 122.000 ejemplares (El País, 20-X-2021, p. 27). Su lanzamiento en Estados Unidos se produjo el 25 de marzo, experiencia que el propio autor describía así: «Es la primera vez en la historia que un escritor español conquista las pantallas más famosas del planeta y os juro que tengo la piel erizada… ¿Alguien me pellizca? ¿Alguien me dice que despierte de una vez? Estoy en shock al verme en Nueva York» (Diario Sur, 28-IV-2021). Centrada, de nuevo en Nueva York, en ella se recupera como protagonista a Miren Triggs, de La chica de nieve. Una joven de quince años aparece crucificada en un suburbio a las afueras de Nueva York en 2011, mientras que la periodista de investigación del Manhattan Press recibe de manera inesperada un extraño sobre. En su interior, la polaroid de otra adolescente amordazada y maniatada, con una sola anotación. (Coolthelifestyle. Okdiario, s.f.). En palabras del autor: «Es una novela distinta, no diría más madura, pero psicológicamente es profunda, porque todos los personajes principales están completamente rotos. Vemos cómo cada uno de ellos tiene que enfrentarse a su miedo, a su dolor, a su trauma del pasado, y esto hace que psicológicamente sea muy compleja, e igualmente la trama es muy compleja… Hay que jugar entre trama y personajes, y en El juego del alma hay un equilibro más sensato entre ambas cosas, no sé si es más madura, igual un poco más pausada, a la vez que tiene todos esos giros» (La Voz de Galicia, 4-VI-2021).

Como objetivo central de sus novelas, predomina el entretenimiento del lector «Mi objetivo es enganchar al lector y entretener, porque la novela de un solo tiempo te obliga a incluir muchas historias en un mismo tiempo» (El País, 12-IV-2017), junto a temas tan relevantes como la religión, ciertos atisbos feministas y el mundo emocional de los personajes: «Mis novelas se centran más en las emociones (dentro, claro, de la intriga de un thriller), y considero que es la causa por la que están gustando tanto. Son una especie de mezcla de muchos géneros» (ABC, 4-VII-2019). Prioritaria es también en Castillo la defensa a ultranza de sus lectores, con los que se comunica activamente a través de las redes sociales y de blog@javiercordura: «La relación con mis lectores me parece no solo importante, sino necesaria. Yo reniego de lo que se hacía antes, ese escritor enclaustrado en una sala oscura que publica el libro para volver a desaparecer. A mí me gusta tener una relación cercana, sobre todo para que se vea que detrás de cada escritor hay una persona normal, tienes tú vida, tus cosas, tus preocupaciones; y yo todo eso lo comparto porque disfruto mucho esa cercanía» (El Heraldo, 1-IV-2019).

Sobre el oficio de escritor, Castillo revela su admiración hacia sus congéneres: «Cuando conoces a muchos escritores, te das cuenta de que es una profesión de muchísimas inseguridades, vas dando palos de ciego, y eso te hace tener los pies en el suelo, ir con mucha humildad, respeto al folio en blanco y mimando a los lectores y a la novela… Siento respeto por parte de todos mis compañeros. Llegar a la línea de meta, terminar la novela y someter uno o dos años de trabajo a la opinión de la gente, merece todo el respeto venda muchísimo o poco, y ya sea gran autor o pequeño. Yo admiro muchísimo a todos, incluso a los autoeditados» (La Voz de Galicia, 4-VI-2021). Y frente al encasillamiento de su literatura como un producto comercial, apuesta de nuevo por el criterio de los lectores: «Los lectores son soberanos. Los libros que triunfan son los que han elegido los lectores, no los que elige el director del suplemento literario de turno» (elDiario.es, 1-V-2019); apostando siempre por el orgullo del autor y la defensa de la lectura: «Está la típica guerra clásica entre la literatura comercial y la que no lo es, como si fuese una superior a la otra, y yo siempre respondo igual: lo más importante es que la gente lea lo que quiere leer. Todos los libros tienen algo, requieren mucho trabajo y todos los libros para mí merecen un respeto. Sea un libro súper literario o sea un libro infantil de 50 palabras. Al final, lo importante es que haya libros para todos los públicos y creo que la literatura comercial ayuda a que la gente lea más» (El Heraldo, 1-IV-2019). Finalmente, y además de su carrera literaria, tiene en mente otros proyectos: «[…] como montar un festival literario al nivel de los de música: un fin de semana en un entorno idílico de Málaga con los veinte mejores escritores del planeta» (Esquire, 25-III-2021).

«Mi objetivo básico es entretener. Es el único que debería intentar un escritor, a través de cualquiera de los medios de los que disponemos: las palabras, la trama, las ideas, y las emociones. Aspirar a que el lector esté tan atrapado por tu historia, o por tu manera de contarla o incluso por las palabras ocultas del diccionario que usas para contarla, o por todas a la vez, que no quiera dejar de leer. El autor tiene que hacer vibrar al lector en un sillón cómodo colocado en el salón de su casa, y guiarlo en volandas hasta un final que le haga cerrar el libro aplaudiendo como si acabase de aterrizar de un viaje en avión. [Para escribir un thriller son elementos esenciales]: una atrayente premisa inicial, una multi-trama conectada que vaya in crescendo, y un final inesperado. Suena fácil, ¿verdad? En realidad, no tanto si empiezas a añadir componentes a cada una de esas etapas. La premisa inicial tiene que ser lo suficientemente interesante, por lo que ocurre, o por quién lo cuenta, o por las consecuencias que puede acarrear […] Un buen thriller siempre tiene que tener un interrogante en el aire sin respuesta aparente: ¿se salvará? ¿encontrará al asesino? […] En el momento que todas las preguntas se respondan el lector cerrará el libro. No es raro ver libros que tras ciento cincuenta páginas aún no han dejado preguntas en el aire, y son esos libros los que luego, cuando preguntas que qué tal, te dicen: «De momento no sé, no ha pasado nada». Lo difícil es manejar el inicio, seguir aumentando las preguntas durante la trama y creando algunas más importantes, y que se resuelva casi en la última página. Luego, claro, añadir personajes complejos, evoluciones psicológicas, ambientación cuidada, un tono acorde a la historia. Pienso que así se consigue un buen thriller, seguro». (ABC, 4-VII-2019)